jueves, 10 de abril de 2014

ALTO a la violencia





No a la violencia, yo no la quiero para nada en mi vida, ni cerca de ella, pero ella está ahí,... Presente para todos. Soy persona de paz y voy por la calle sin aprehensión, sin miedos, sin navaja en el bolsillo, sin una sistemática desconfianza hacia los demás.

Pero la violencia está ahí y, no está solamente en el tirón al bolso de la ancianita; en el atraco al taxista; a la farmacia de guardia; en el butrón a la joyería; el acoso escolar (bullying); la violencia de género... Y tantísimos ejemplos más. Mucha de esta violencia, en mi opinión, viene como resultado de un Estado poco diligente - bien sea por la parte de incompetencia que pudiera haber, como por la parte de intencionalidad (sí, intencionalidad) -. El Estado protector es necesario para la evitación del caos pero, no es menos cierto que el miedo presente ante la posibilidad de caos, fortalece la existencia y necesidad del Estado y,...¿No está esto, también, explotado por el estado?.

Luego está la propia violencia del estado, la "violencia legal" que, precísamente, se arguye para mantener el orden y evitar el caos. A los pacíficos manifestantes se los hace pagar por las incívicas acciones de unos pocos violentos, siendo la tendencia gubernamental la de "criminalizar" el legítimo derecho a la razonable y coherente protesta. Entran en juego las más variopintas modalidades de violencia estatal, desde los agravios comparativos a la hora de aplicarse la justicia, la antojosa idea de la caprichosidad de muchos indultos, la desproporcionalidad e impunidad de los agentes de la autoridad, - en muchos casos - hasta lo más cercano al bolsillo de la ciudadanía, como la subida de impuestos, el encarecimiento de los servicios necesarios en cada hogar (electricidad; agua; gas...), el permitir el gran abuso que está existiendo en las relaciones empresario-trabajador (involucionado a un estado antiguo de esclavitud).

Todo esto en conjunto está propiciando la violencia de la ciudadanía, de una ciudadanía previamente y sistemáticamente violentada y, ante esta realidad el "estado protector" nos sale nuevamente al paso con aquello de evitar el caos, atándonos una vez más con la criminalización y estigmatizándonos con la etiqueta de "apólogos de la violencia". No se quieren dar cuenta de que el endiosamiento de muchos políticos es un ejemplo más de una  insultante violencia hacia la ciudadanía; que los grandes "próceres y prohombres" no caigan en las redes de la justicia, hagan lo que hagan, es otro tanto de lo mismo.

No he conocido ningún Estado violento que no haya sido derribado a través de la violencia,... Tomen esto, por favor, como una reflexión y no, como acicate; espoleo o invitación a la rebelión.




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