A la vista, siempre bella.
Ningún detalle, al azar dejas.
Tu cuerpo perfumas, tu rostro maquillas, … tus uñas pintas.
Pero tú, … eres lo que son tus intenciones,
y tu atractiva estética es como una elaborada puesta en escena,
como la carnaza en el anzuelo del pescador.
Artista de la seducción, auténtico canto de sirena,
falsa luz en la costa, que a la fatalidad de los acantilados lleva.
Bonitos labios, bonita boca
que enloquecen a quiénes tocan.
Desgracia de hombre enamorado,
de hombre vencido, y rendido a tu fatua luz.
Eres como el color en las mariposas,
lo único que de ellas se ve, todas con bellos colores,
todas encantadoras, … y auténticos primores.
Los surcos de tu faz son como ríos que el tiempo ha secado sobre tu rostro azulado. Hendiduras que hablan de ti, y de lo dura que han sido las travesías. Hoy regalas, en forma de sabias palabras, acertados consejos, y orientas sobre el paso por viejos senderos, con el ánimo y deseo de que tus bien queridos, burlen a los Djins, que en el paso de mil dunas has encontrado.
Tus manos, abrasadas por el implacable Sol y antaño fuertes, hoy se tornan torpes e incapaces de preparar el té que tanto ha dicho del sabor de tu hospitalidad, buen acogimiento e inconmensurable generosidad. Aún envejecido, y prácticamente ciego, no pasa un solo día sin que tus pies sepan de la ardiente arena; tus ojos, de la cegadora luz del día, y tu cuerpo de las gélidas y estrelladas noches en el desierto.
Estando cercano el ocaso de tu vida, mantienes la altivez y el orgullo de saberte parte del pueblo tuareg. Tu nobleza y sencillez hacen que las azarosas historias, acontecidas en tu dura vida, queden celosamente guardadas entre tu camello y tú. Romántico navegante de ligero equipaje, pronto partirás, y los dispersos pozos del infierno dorado, jamás volverán a reflejar tu índigo y curtido rostro.
Dicen que los espíritus de los viejos tuareg, se aparecen en las tormentas de arena para velar por la buena fortuna de las caravanas. Como espejismos que avisan de algún peligro, son respetados y tenidos en cuenta, por los que en el desierto se adentran.
Targuí viejo, que en la estrellada noche te parapetas y abrigas en el cuerpo de tu camello y amigo, a la luz del fuego creado por los jóvenes, y disfrutando de los cánticos que las mujeres amenizan en las veladas nocturnas. Noche mágica de limpio cielo, noche ideal para embriagarse de nostalgia, para cerrar los ojos, … y volar sobre las dunas.
En tu larga vida te has abastecido en los caminos. Hoy, a las puertas de tu última travesía, sólo deseas estar cerca de tu camello, despojado de todo, esperando iniciar el viaje, preparando sereno, ... la partida.
¡Targuí viejo!, memoria personificada de un pueblo orgulloso, sufrida sabiduría como consecuencia de una vida dura, y de un despiadado medio natural:
¿Qué es eso que se eleva sobre la parte norte, en el parque del canódromo?. Muchos pensamos, en los primeros momentos, que se trataba de un monumento arquitectónico dedicado a la informática, pues en verdad, se parece a una torre de ordenador con sus puertos USB, y disponibilidad para Cd y DVD. El grisáceo prisma se eleva magestuoso, sobre el parque del canódromo, y como vigía del Barranquillo don Zoilo, mira hacia la terminal de contenedores de la bahía capitalina. ¡Qué maravilla!, nuestro barrio ha sido uno de los agraciados para el emplazamiento de monumentos arquitectónicos, con vistas a la promoción de la ciudad cultural europea 2016. Los más patrióticos y belicosillos, pensaron que el edificio iba a servir para los entrenamientos táctico-policiales de los SWAT de la Policía Autonómica Canaria, - donde se realizarían simulacros de asaltos, rappel por la fachada del edificio y cosas de ese tipo -. Los de toda la vida, es decir, la mayoría de ciudadanos, y los más prácticos, no dejaron de pensar en la habitual panza de burro que se cierne sobre la ciudad de Las Palmas. La tristeza de la ciudad, encapotada de nubes, se acentúa con la visión grotesca de un edificio, más propio de la ciudad de Chernóbil, que de una cosmopolita y alegre ciudad atlántica. Han habido niños, de entre cinco y siete años, que han salido traumatizados del parque por culpa de visionar, día tras día, mientras se columpiaban, al descarnado coloso de color gris. Una solución podría ser, que se destinara el uso del edificio como rocódromo, a fin de cuentas está ubicado en un parque, ¿no?. En fin, estas son pinceladas de nuestra ciudad, y así quedan plasmadas para gusto y disfrute de todos.
Decender hasta la morada del Ángel caído, a veces, y en el caso de muchos, es vital y necesario. Abandonar, de vez en cuando, las nubes de color rosa, o dejar de gravitar en el interior de pompitas de jabón, ayuda a recordar que su sangre también es de color roja, y que perder demasiada no es nada bueno para la salud. A veces hay que visitar al Ángel caído, bien sea por la voluntad de él o por la propia. A veces hay que llegar a sufrir para entender, y llegar a valorar las cosas que nos pasan inadvertidas, y no porque sean despreciables, sino porque somos estúpidos y arrogantes, como para entender el valor y la importancia que tienen. La vida verdadera y sabia es aquella en la que caemos mil veces mil, en mil abismos e infortunios, y mil veces mil nos levantamos, ... crecidos y transformados.
Las vidas que se traducen en líneas contínuas, se me antojan pobres y aburridas. Insulsas, sin grandes altibajos, ni experimentación importante de emociones. En todo camino se aprende, y las caídas no dejan de ser caminos: señales, ilustraciones, mensajes, toma de conciencia, aprendizaje, etc. Se crece resurgiendo de las adversidades, recomponiendo las cicatrices e incluso, perdiendo en muchas ocasiones. "Tocamos la lira, mientras nuestras vidas arden, secas y estériles".
