sábado, 22 de diciembre de 2012

Cuando el alma se ausenta




Nuestras almas son sistemáticamente raptadas y recluidas en un castillo, quizás uno muy parecido al Castillo de Zenda; nuestros cuerpos son como buques fantasmas que navegan por un mar imaginario, el mar de Ruritania. Al reino que es nuestro cuerpo físico le han secuestrado su reina, nuestra graciosa majestad,...  Alma de Ruritania.

Debemos rebelarnos y trazar un plan para rescatarla del hermetismo y de la asfixiante fealdad de su cautiverio. Nuestros cuerpos - nuestros reinos -, vilmente destronados, están siendo objeto de oscuras fuerzas e intereses que pretenden conducirnos a la vil autarquía.

Un cuerpo sin alma, o con un alma desnutrida, es como un  junco cuya oquedad desnuda viaja inerte a merced de un río embravecido. Desalmados, somos maleza o troncos que van a la deriva, río abajo. Podemos ser apartados, clasificados, moldeados,... manufacturados.


No esperemos más,... ¡liberemos nuestras almas!



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