Cada día, al levantarme, hay un camino para mi; y a pesar de las rutinas, cada día el camino es sutilmente diferente. Las sutiles diferencias están en la actitud; en levantarme tras cada caída; en dar gracias por no haber caído, en ocasiones, tantas veces; en haber entendido que las penas del camino no son tantas, cuando se conserva lo poco que es, verdaderamente, importante: la familia, las necesidades cubiertas de ésta; los amigos verdaderos; el trabajo que realiza a uno y que, a pesar del normal esfuerzo, reconforta; disfrutar de la naturaleza; reir; sentir; reflexionar; querer; desear,... Amar y sentirse amado.
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