Me siento alegre; justificadamente, lícita y moralmente alegre por la renuncia del señor don José Manuel Soria López y, al menos, justificada y lícita debiera entenderse también la alegría de todos los ciudadanos del Reino de España, incluidos todos los allegados y simpatizantes del PP.
Sé que en el Reino de España hay mucho folclorismo, mucha adoración por los ídolos del vulgo: Belén Esteban; Carlos Lozano; Pantojas... Que no ven más allá de un sentimiento, apasionamiento o fanatismo. Muchas de esas personas, no me cabe la menor duda, pudieran llegar a decir - incluso enfadarse - que soy una muy mala persona por alegrarme de la "desgracia" de un ex Ministro en funciones como lo ha sido él. Pués no, no sólo no me considero mala persona por ello, sino que reitero mi razonable alegría a la par que mi inconformismo, porque la renuncia de Soria no nos debe ser suficiente, debiendo dar urgentes explicaciones el propio Presidente del Gobierno, don Mariano Rajoy Brey.
El hecho de que Soria haya llegado a ser Ministro del Reino de España nos dice a todos, especialmente a los canarios, la cantidad de basura política, jurídica y empresarial que ha existido en Canarias durante decenios, y que sigue existiendo.
La renuncia de Soria ya es pasado y espero que su ámbito de poder vaya menguando rápidamente. ¡Quién sabe!, nadie debiera descartar que en algún futuro no lejano... Soria pudiera llegar a convertirse en un nuevo Mario Conde. La forma tan ramplona de caer del señor don José Manuel Soria López quizá lo haya privado de entrar por puertas giratorias tan anchas como las que pudiera tener en mente; quizá pudiera recalar en otras más "estrechas", como Seguridad Integral Canaria, el Grupo Ralons o en Marmotor, que como ustedes saben, pertenecen " al concepto más puro de emprendedor que él conoce". Ahora tendrá más tiempo para sentar sus "panameñas posaderas" en el palco presidencial de la UD Las Palmas o para perseguir a Victoria Rosell por los juzgados.
Sí, me alegro mucho de que José Manuel Soria López no esté como Ministro del Reino de España y espero, además, que siga bajando hasta la altura de su catadura moral.
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