Quiero empezar este relato, ante todo, dando gracias por tener salud y trabajo. Soy de la opinión de que es preferible tener algo de ingresos, aunque sea en un mal trabajo o que no nos guste, a no tener ningún tipo de ingresos. Obviamente, todo esto, sin perder la dignidad o que se vea afectada lo menos posible.
Les voy a relatar sobre mi profesión, de la que he vivido, veintidós años. Cada día que salgo a trabajar, me disfrazo de vigilante de seguridad y, cada día, ese uniforme recibe los impactos de las frustraciones de mucha gente. Para mucha gente - y cada vez más, en esta sociedad desesperanzada y hastiada - los vigilantes son unos "patanes e ineptos" que no sirven para otra cosa; y ese sentimiento de los demás hacia nosotros lo sentimos día a día, pero impacta en nuestro uniforme,... No permitimos que pase de ahí.
En este sector se aprende mucha psicología práctica y, muchas veces sabes cómo van a actuar los demás, antes de que lo hagan, y bien, actuamos no dando lugar a que esas situaciónes se produzcan, o si son inevitables, procuramos la previsión de tener una respuesta "contra-amortiguadora",... ¡Que no está nada mal, para no ser más que unos "patanes e ineptos"!.
Los vigilantes conocen la instalación donde son destinados, más y mejor que el más antiguo de los trabajadores de la propia empresa cliente. Los trabajadores de la propia empresa cliente son conocedores de la parcialidad que les afecta mientras que, los vigilantes, conocen la globalidad. Por motivos de trabajo, los vigilantes han de conocer información de los trabajadores de las empresas a las que son destinados: nombre y apellidos, DNI; vehículo; cargo; número de despacho o localización en su lugar de trabajo; extensiones telefónicas, teléfonos móviles; movimientos del personal en la instalación, a través de video cámaras o lectores magnéticos; sin embargo, ninguno de ellos saben nada de los vigilantes,... Están controlados por esos "patanes e ineptos" que tanto desprecian.
Los que más daño han hecho en esta profesión, al propio trabajo del vigilante de seguridad, son las propias empresas de seguridad que, desde siempre, ha "prostituído" a su propio personal con su servilismo hacia las empresas clientes y, con el presupuestar por debajo de los mínimos económicos establecidos legalmente. Un vigilante, profesional y buena persona, puede perder su trabajo o ser trasladado de servicio porque a alguien de la empresa cliente, no le gusta su cara, porque le cae mal,... Por muchas subjetividades. Entonces, ¿qué tenemos?; pués tenemos a mucha buena gente en esta profesión, a los que no se les deja ser profesionales; porque lo único que se quiere es un "espantapájaros" en un supermercado, perfumería, aeropuerto, metro y, tantos y tantos sitios.
Muchas son las frases que impactan en nuestros uniformes:
"¡Usted no sabe quién soy yo...!"
¡Usted no sabe con quién está tratando...!"
¡¡Yo pago su sueldo!!
¡¡Quiero hablar con su superior!!
¡¡Con usted no tengo nada de qué hablar, lo que tenga que decir lo haré por escrito!!.
... ¡Son tantas!, que aburrirían al lector
Entonces, las empresas contratan a personas que estén habilitadas como vigilantes, para poderlos contratar y, a ser posible, que sean muy maleables o carentes de personalidad, preferentemente,... O muy necesitados, o que otras empresas los haya descartado - por mil y una circunstancias-. Por estos motivos expuestos, los vigilantes veteranos de esta profesión han aprendido a sobrevivir con este estado de cosas y "están donde tienen que estar, cuando las cosas ocurren donde no están".
Eso sí, todos miran hacia el vigilante o lo buscan desaforadamente, "cuando el marido de la administrativa se acerca al lugar de trabajo para darle una paliza" y, claro, en estos casos lo mejor es contar con un "patán e inepto" que resuelva el entuerto. Las empresas clientes que contratan los servicios de empresas de seguridad, que no cumplen con la legalidad vigente o con los convenios colectivos establecidos, están tirando su dinero en los bolsillos de un empresario explotador y, por contra, teniendo un mal servicio de seguridad, a todos los niveles.
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